LA VIOLENCIA DOMESTICA Y SU EXTENSION SOCIAL
O….. ¿EL MACHO ALFA?
Ayer, después del trabajo llegué a casa y como siempre y sin saber a que obedece desde mucho antes de mi llegada, fui percibido por mis perros. Salieron como siempre a mi encuentro y con grandes saltos, después de mis caricias se empequeñecieron todo lo que pudieron como signo de reverencia.
Salude a mi familia y como en una secuencia estudiada hice lo que habitualmente hago, lo que cualquier ser hace siempre, pues somos animales de costumbres. Por último saqué la basura y de nuevo allí estaban, como si nunca antes me hubieran visto, saltando y emitiendo dulces rugidos de cariño, que no llegan a ser ladridos y siempre cerca de mí, rozándose conmigo.
De nuevo el ritual se puso en marcha y me convertí otra vez, como cada día en el macho alfa, porque ellos me han elegido así; realicé el prodigio de abrir la caja vertical que se encuentra pegada a la pared, cerca de donde ellos duermen; saqué una bolsa que ellos deben pensar que es mi estómago y metiendo la mano regurgité para ellos la comida diaria, las habituales croquetas, que fueron celebradas como si de un festín se tratara. Había hecho el milagro de la comida, procedí a hacer el milagro del agua, abriendo el artefacto o llave de grifo y de nuevo el agua manó para ellos, llenando sus cuencos y satisfaciendo sus necesidades. Quedé sentado disfrutando de la alteración y de sus agradecimientos, me puse a pensar:
pensé que realmente he sido yo como miembro del genero humano el que les ha obligado a aceptarme como el macho alfa y que por tanto no debería sentirme orgulloso de todo lo que me rodeaba y me hacia feliz, realmente no son libres y sin embargo ellos están agradecidos y siempre dispuestos a hacer lo que les pida, siempre que sepa trasmitírselo.
Pensé que todo podía equipararse al ser humano y temblé por ello. Pero la realidad está ahí. Recordé cuantos seres humanos, llegan a su casa, henchidos y satisfechos de su trabajo y son recibidos por su familia, realizan las acciones propias de siempre y no disfrutan de la familia que le rodea porque no saben apreciar las muestras de agradecimiento de sus seres queridos, su familia humana. No agradecen los esfuerzos de los que le rodean, quizás porque no los realizan para hacer que él se sienta bien, como si fueran animales a su servicio. Simplemente los realizan como seres humanos que buscan lo mejor para ellos mismos y él, que se siente el macho alfa, no recuerda que está al servicio de los mismos y termina por pensar que como macho alfa puede usar y abusar de todo lo que le rodea, obligando a traer las zapatillas a los hijos o a la mujer, que como animales amaestrados se apuran por agradar al macho alfa que siempre se muestra ofuscado y exigente porque las muestras de sumisión no son las suficientes para el, que se lo merece todo. El trabaja y ha hecho el milagro de la comida y la bebida y no solo deben estarle agradecidos, sino que piensa que los demás no hacen nada.
Pensé que en el teatro del día a día cada cual se pone su máscara intentando interpretar su papel y hacerlo lo mejor posible, pero sinceramente pensé que ese tipo de personas llevan siempre la máscara puesta y ni aún ellos se atreven a mirarse en el espejo de la reflexión porque se darían miedo a si mismos. No importa que los que les rodeen se acicalen o le hagan mil cabriolas, porque siempre les parecerá que se salen de su papel, no del papel que la vida les marca, sino del papel, que él como macho alfa quiere que desempeñen. Así el macho alfa siempre pensará que solo le rodean bufones.
Pensé que esas personas no saben trasmitir otra cosa que dolor a los seres que le quieren, porque no saben hablar y sobre todo no saben escuchar, ni tan siquiera se escuchan a si mismos. Solo los tópicos y las ideas prefijadas les llevan a castigar a los que les rodean.
Recordé que cuando me casé, la formula empleada por el oficiante, solo recogía una serie de obligaciones, para ambos y entre ellas decía: “esposa te doy, que no esclava”, dando con la frase el sentido del futuro de la pareja, porque marca definitivamente los status de cada uno, al hacer hincapié en que es el hombre el que lleva la voz cantante, es el director de orquesta, es el macho alfa. Al fin y al cabo Eva salió de una costilla de Adán y cada vez que ella va al sermón, el cura se lo recuerda machacona y agobiantemente. Ella le debe la vida, ella debe estar a disposición del macho alfa, para el uso de matrimonio y los hijos deben estar supeditados a lo que diga el macho alfa, se lo ha dicho la religión, está ahí por la gracia de Dios.
Pensé con tristeza el daño que a veces hace la gente bien pensante, con el dogma, despersonalizando y esclavizando a todos con la idea de la familia perfecta y no de la perfección de cada uno de los seres que la forman, con el respeto y la tolerancia, sean quienes fueren y ocupen el lugar que ocupen.
Pensé que el papel de cada uno en la vida incluidas las creencias es personal y los demás solo, deben respetarlo.
Después volví a entrar en casa y volví a horrorizarme con las nuevas noticias de otra mujer muerta a manos de la persona que se supone que mas la quería, de la persona que voluntariamente se ofreció a protegerla de por vida, que prometió respetarla siempre. Pero que la mató por que era suya.
El sentido de propiedad, propiciado por las falsas ideas dogmaticas y el machismo recalcitrante de las iglesias, tiene la culpa de todas las muertes, al igual que la tenemos todos por permitirlo.
Por eso estoy seguro que solo nos salva la libertad, la tolerancia y el respeto a los demás, interpretemos el papel que interpretemos en cada momento.
Pensé en la ley, pero me di cuenta que la ley solo es el último resorte de la democracia y cuando se usa es porque esa democracia no está funcionando en sus valores humanos. Mal soluciona la ley despersonalizada y general, los problemas personales, los de cada uno; por eso si los soportes habituales de socialización están fallando, las personas solo tienen una falsa educación ética y moral que es un caldo de cultivo de la intolerancia, el fanatismo político y el sectarismo religioso. No, no me sirve la ley, porque ni los mismos jueces quedan libres de la mala formación social, de los tópicos o del dogma.
Mirando las cariacontecidas personas que cargaban el féretro, pensé que tampoco los medios de comunicación o incomunicación (pues cada vez, dialogamos menos), ayudan para nada pues solo sacan carnaza y que parece que ésta sociedad sociópata, no solamente quiere ver como en el circo romano la sangre, sino que la deshumanización y la falta de empatía sicopatiza cada vez mas al individuo social, que llega a crear sus propias producciones de sangre y violencia en las escuelas o en la sociedad, con los móviles, como modelo de comportamiento. Pensé que ellos son ya mal-tratadores y sus parejas con ver lo que ven, pueden anticiparse al futuro que les espera.
Pensé de nuevo, en la mascara social del perdón, que obliga a la victima directa o indirectamente a aceptar el daño, a aceptar la manipulación del agresor, puesto que los bien pensantes sacerdotes o jueces, muchas veces hacen como cuando éramos niños, ¡ea! A darse un beso y todo olvidado. Atrás quedan los daños sicológicos, la base del dolor de la traición, el miedo sembrado por la violencia Y el chantaje, que dan lugar a la falta de confianza futura. Eso si, se arregla con un sicólogo. ¡Ea! A darse un beso y todo arreglado.
Pensé que ya está bien de engaños, cuando un matrimonio o pareja no funciona, debe tener derecho a la separación o divorcio. Pensé que debemos educar a nuestros hijos en la no dependencia de nadie, en que la pareja se une porque quiere y no porque así lo establezca la costumbre o cualquier iglesia. Os habéis fijado hermanos en el daño que hace la palabra tradición o costumbre, cuando oculta a la palabra obligación en la frase. Pensé que cuando esa pareja no quiera seguir, estén educados para aceptar que el otro ya no quiera continuar la relación, debemos educar por tanto en la tolerancia, la igualdad y la libertad y eso solo una sociedad laica lo puede proporcionar.
¡¡¡No mas muertes!!!, quítese cada cual su máscara y acepte los errores, las iglesias no han servido nunca como medio socializador, porque están fuera del entorno social; sus representantes están fuera del contexto de la familia, a la que dicen apoyar y preconizar, pero no forman parte de ella, porque no se casan ni tienen hijos, no conocen las dificultades de la convivencia diaria, algo que no se puede aprender en los libros. La vida no trae manual de instrucciones y sobre todo porque siempre para ellos existe el hacedor, el chivo expiatorio, el que todo lo ve y todo lo puede, pero siempre todo queda supeditado al actuante, al macho alfa, sabe que solo deberá pedir perdón después.
Sentemos los pies en la tierra y dejemos que nuestra mente vuele, pero mantengamos a nuestro corazón al servicio de los nuestros.
De verdad hemos retornado al individuo, al macho alfa y solo si acepta estar al servicio de los que le rodean será posible el milagro. Solo la sociedad laica partiendo desde la igualdad, la fraternidad y la libertad, pueden conseguir que cada cual se conozca, se acepte y acepte a los demás sin intentar cambiarles. Un poco de tolerancia por favor.
En los valles de Cádiz a los en cualquier fecha de cualquier año
Yo Triptolemo, he dicho
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